Las instituciones nos tratan como si fuéramos partes de una máquina. Nos asignan rangos y ejercen una presión considerable sobre nosotros para que cumplamos nuestros roles predefinidos. Necesitamos algo para ayudarnos a recobrar nuestra humanidad perdida o distorsionada.
Cada uno de nosotros acumula en su interior sentimientos reprimidos, un grito callado que emana de las profundidades de nuestras almas, esperando a ser expresado. El arte, tanto su práctica como su apreciación, le dan voz y forma a esos sentimientos.Daisaku Ikeda